🧑🏻🔬 Convierte un mal día en un buen dato
A veces las cosas no salen como esperábamos. O, más bien, como hubiéramos deseado. ¿Cómo convierto ese sentimiento de decepcion y frustación en un aprendizaje que me ayude en el futuro?
“Creo que voy muy despacio”, me dijo Victoria en nuestra primera sesión de check-in.
Victoria tiene 57 años y desde hace un mes trabajamos juntos para conseguir sus objetivos.
“Me suele pasar. Pensaba que habría perdido más volumen“
Todos nos hemos sentido así en alguna ocasión.
Crees que todo tu esfuerzo y sacrificio no se ve reflejado en los resultados. Te preguntas porqué tu cuerpo responde peor que el de otras personas, si habrá algo en tu metabolismo que no funciona bien y empiezan a aparecerte los fantasmas que apuntan a un nuevo fracaso. Uno más.
No te voy a dar una lección de optimismo y motivación para que perseveres y sientas que puedes conseguir todo lo que te propongas o ser quien quieras ser. Para nada.
Aunque sí espero darte algunas herramientas para afrontar situaciones como la anterior y cortar esa rumiación (diálogo interno) que te mantiene en un “secuestro” emocional.
¿Has llegado hasta aquí por casualidad? ¡Bienvenido! Si no quieres volver a depender del azar para leer este newsletter y te interesa mejorar tus hábitos y estilo de vida de una forma simple, sin complicaciones y para siempre, dale al botón rojo.
Tu vida, tu experimento.
Muchos entrenadores y fitfluencers muestran sus rutinas diarias, programas de ejercicio y comidas en las redes sociales. Entiendo que las intenciones son buenas y que, dejando de lado algunos casos de ego supremo, su principal objetivo es inspirar y educar a sus seguidores para que estén, se vean y se sientan mejor.
Hasta aquí todo bien.
Lo que pocos piensan es que tú, en realidad, no quieres vivir “nuestra” vida fitness.
Tú solamente quieres vivir tu misma vida, pero un poco más saludable.
Ey! Que no digo que no puedas hacerlo, si te apetece. Aunque lo más habitual, por lo que veo, es que cualquier intento de transformar tu vida replicando la de otro, falle.
Lo cual es bastante lógico y previsible.
No hay mayor experto en tu propia vida que tú mismo.
Esto no implica que siempre tomes las mejores decisiones para tu salud o que tus hábitos sean los adecuados para alcanzar los cambios que estás buscando. Pero sí significa que cualquier cambio debe encajar con tu vida y contexto actuales.
Y sobre todo, debe funcionarte a ti. No a la veinteañera que dedica 3 horas a su rutina matinal para conectar con su propósito vital, ni tampoco al macho alfa que muestra su “anti-fragilidad” a pecho descubierto mientras desayuna 300 gramos de carne acompañada de huevos, bacon y aguacate.
A ellos, no. A ti.
¿Y cómo se consigue esto?
Tomándote aquellas áreas de tu vida en las que quieras mejorar como un experimento: probando nuevas formas de hacer las cosas, incorporando nuevos hábitos o acciones diarias, viendo cómo funcionan (a ti), quedándote con las que te sirvan y descartando o ajustando las que no.
El objetivo final es que tú te conviertas en tu mayor experto.
Y que, poco a poco, vayas escribiendo el manual de instrucciones de ti mismo.
Desarrolla tu mentalidad de científico
Una de las habilidades necesarias y más determinantes para afrontar con éxito cualquier intento de cambio de hábitos es el adoptar una mentalidad de científico.
Deseas mejorar algún aspecto de tu vida, creas una hipótesis, diseñas un experimento para probar esa hipótesis, lo llevas a la práctica, analizas los resultados y verificas si la hipótesis era cierta o no.
Si es así, ¡eureka! Incorpora ese descubrimiento a tu vida.
Si no es así, descártalo o modifica/ajusta la hipótesis y repirte el proceso.
El aspecto clave aquí es que no solo funcione (efectividad), si no que encaje en tu vida y en tu contexto para que puedas incorporarlo como un nuevo hábito.
Ponerse la bata y gafas de científico implica ser creativo, curioso y mostrar un interés auténtico por descubrir tu propio funcionamiento, pero también requiere ser amable contigo mismo, no juzgarte ni castigarte por los resultados.
Como científico, deja a un lado las emociones
Más fácil decirlo que ponerlo en práctica, pero es imprescindible ver los números como lo que son: datos. Esto es especialmente importante cuando esos datos hacen referencia al peso, volumen o imagen corporal. En esos casos, las emociones suelen tomar el control del momento.
“¿Crees que vas muy despacio o desearías ir más rápido?”, le pregunté a Victoria.
Es muy fácil (y demasiado habitual) convertir los deseos en creencias.
¿Crees, objetivamente, que los resultados no son los correctos? ¿O desearías que los resultados fueran otros? ¿Qué te lleva a pensar que los datos deberían ser distintos? ¿Qué razonamiento hay detrás de esa creencia de que los datos deberían ser otros?
Hacer esa reflexión es necesaria para llevarte un aprendizaje de cada “experimento” que realices y no quedar atrapado en esa rumiación que no te permite ver las cosas con la objetividad que requiere la situación.
Quedarse atrapado por las emociones en estos casos tiene varios problemas: te hace sentir mal (normalmente son sentimientos negativos), no te deja ver los progresos (en el caso de que los hubiera) y no te sirve para el futuro (ya que desvía tu atención de aquello que puedes controlar hacia aquello que escapa a tu control).
Los resultados siempre son justos…
Los números sólo son datos. Son los que son. Y, además, son los que debes ser.
Siempre son honestos. Tan honestos que, a veces, duelen.
Como cuando tu padre te decía las cuatro verdades que necesitabas saber. Esa misma misma sinceridad, cruda y punzante, pero con el fondo de ternura de quien no te juzga, te acepta tal y como eres y te ofrece su apoyo incondicional mientras espera que sigas aprendiendo y progresando.
Los resultados solamente son datos. No son ni buenos, ni malos per se. Tampoco hay moralidad en los datos.
Si no van en la línea de nuestros objetivos significa que debemos cambiar algo, hacer algo mejor o de forma diferente.
Si van en la línea de nuestros objetivos, significa que vamos por buen camino y hay que seguir por ahí.
Tan solo son información sobre el impacto de nuestras acciones. Nada más.
El universo no conspira contra ti… ni contra tu peso.
¡No te lo tomes como algo personal!
…aunque los datos no muestran toda la realidad
Establecer algunos parámetros objetivos de referencia siempre ayuda a ver si vamos por el buen camino. Pero ni son imprescindibles ni son la única información que debes tener en cuenta, ya que no nos muestran toda la realidad.
Podrías, por ejemplo, perder peso y mejorar tu aspecto físico sin tener que subirte a una báscula o medirte perímetros durante todo el proceso.
De hecho, a veces es preferible no hacer un seguimiento del peso corporal si no se hace con esa mentalidad fría, racional y analítica propia de un científico.
Un buena estrategia de establecimiento de objetivos debería incluir tanto algún parámetro medible de resultado como algún parámetro que mida el desempeño de la persona. Esto es, las acciones, tareas o comportamientos concretos que la persona debería hacer para acercarse a sus metas. Me extenderé en ello otro día.
Lo cierto es que haciendo una lectura objetiva de los datos (esa es parte de mi labor como científico-coach-entrenador), Victoria va por buen camino. Y no solo por los resultados que muestran los números si no que también por los datos de su desempeño (acciones concretas) y por sus sensaciones y su percepción subjetiva.
Además de haber perdido 1,4 kg y reducido 2 cm el perímetro de cintura, ha cumplido con sus tres sesiones de ejercicio semanales, ha incrementado su media diaria se pasos y ha introducido un par de cambios en su desayuno habitual.
“Yo me siento mejor. Más ágil y definida. Tb he notado que he mejorado bastante el equilibrio en ejercicios asimétricos 😊”.
Vamos, yo diría que no vamos mal… pero, bueno,… como parte interesada igual tengo una visión sesgada.
Los resultados no te definen
Los datos son solamente información sobre el impacto de nuestras acciones.
No dicen nada de ti, si no de tus acciones.
Y tú no eres tus acciones.
Si los resultados no te gustan, eso no te convierte en una peor persona, ni en un flojo o fracasado. Tampoco quiere decir que seas un inútil o incapaz de conseguir lo que te has propuesto.
Simplemente significa que la forma actual de hacer las cosas no es suficiente, que todavía no has encontrado la fórmula y que deberás seguir probando otras maneras hasta dar con la tecla adecuada.
Significa que el manual de instrucciones de ti mismo todavía está escribiéndose.
No me alargaré más, porque ya lo hice en un post anterior.
Si tienes tendencia a identificar tu persona con tus resultados, te sugiero que leas “Haber fracasado no te convierte en un fracasado”.
Convierte un mal día en un buen dato
Si eres capaz de aplicar lo que hemos visto hasta ahora, ya tienes mucho ganado para seguir progresando en tu experimento vital infinito.
Espero que, de ahora en adelante, te pongas la bata y gafas de científico y analices los resultados de forma curiosa, constructiva y positiva.
Pregúntate “Con lo ahora sé, ¿qué podría haber hecho de forma diferente?”.
Y, sobre todo, “¿Qué voy a hacer a partir de ahora con esta nueva información?”
Convierte un “mal día” en un buen dato del que saques partido en el futuro.
Hablamos el próximo viernes.
Salut!