😩 Haber fracasado no significa ser un fracasado
Un fracaso puede convertirse en una forma de aprendizaje si se enfoca de la forma adecuada. ¡No te castigues por haber fallado! Haz los ajustes necesarios y vuelve a intentarlo.
¿Acabas de llegar? ¡Bienvenido! Si quieres formar parte de esta comunidad que quiere mejorar sus hábitos y estilo de vida sin depender de la fuerza de voluntad:
En la década de los 60s, un ejecutivo de IBM tomó una decisión que le hizo perder 10 millones de dólares a la compañía.
Para situarnos: 10 millones de entonces son unos 100 millones de dólares actuales.
Oopss!
Se dice que Tom Watson, el director general de IBM, llamó a su despacho al ejecutivo en cuestión. El periodista Paul B. Carroll describió lo ocurrido:
“¿Sabes por qué te he hecho venir?” - preguntó Watson.
“Supongo que para despedirme” - respondió el hombre.
Watson le miró sorprendido.
“¿Despedirte? - preguntó -. ¡Por supuesto que no! Acabo de invertir 10 millones de dólares en tu formación!”
En EEUU, es habitual hablar, con total normalidad, sobre los fracasos empresariales.
“Monté un negocio de …., que tuve que cerrar a los 3 años, y entonces fundé una empresa de ….. que se hundió 12 años después y ahora estoy arrancando….”.
Mira si es normal, que hasta se incluye en el currículum vitae cuando se busca trabajo.
Ahora date una vuelta por LinkedIn o Instagram y busca entre tus contactos cuántos hablan de sus fracasos empresariales o profesionales.
Ni el tato.
Solamente verás colorines.
Esta última semana he estado pensando sobre el fracaso. Concretamente sobre la forma como afrontamos aquellas situaciones en las que las cosas no salen como las habías planeado, en los sentimientos que afloran y en la tendencia que tenemos a adoptar ese resultado como parte de nuestra identidad como persona.
He pensado en todo esto a raíz de los muchos comentarios que han llenado las RRSS al respecto de un video del popular YouTuber Ibai Llanos.
Por si no estás al caso, te sitúo:
Ibai ha decidido ponerse en forma, perder peso y mejorar sus hábitos y estilo de vida. Hace algunas semanas inició este proceso, trabajando junto a un entrenador personal y una nutricionista. Para tenerlo más fácil, también instaló un gimnasio en casa.
El plan suena bien.
Como cabría esperar, el equipo de Ibai está documentando este proceso, y periódicamente publican un video con imágenes de los entrenamientos y caminatas, algunas bromas y tomas falsas, sus impresiones sobre su evolución, consejos del entrenador, etc.
Más allá del interés que despierta el propio personaje, este tipo de contenidos podría ser de ayuda para otras personas que desean hacer un cambio como el suyo…
…sin disponer de todos esos medios y soporte que Ibai tiene a su alcance.
Y ahí está la polémica.
Resulta que en el último vídeo, Ibai habla sobre su bajón de las últimas semanas, al haberse saltado la dieta y los entrenamientos, de la falta de motivación, de la falta de constancia…
Algo por lo que todos hemos pasado, en alguna faceta y algún momento de nuestras vidas.
Todos. Tú, yo, tu prima Juani y el vecino de enfrente.
Las cosas no siempre salen como deseas. Ni como las planeaste.
Y entonces aparecen los cuñaos de internet a hablar sobre la motivación, la disciplina, el fracaso, que si con todos los medios a tu alcance, que si menos excusas y tonterías, que lo que necesitas es que te den caña, que si el entrenador es un flojo…
Paso. No perderé un minuto en esos comentarios.
Aunque sí me gustaría compartir contigo tres reflexiones sobre el fracaso.
1. Fracasar, no es ser fracasado
El fracaso es el resultado de una acción.
Obviamente, un resultado alejado de las expectativas creadas.
Pero el resultado de tus acciones no te define como persona.
Fracaso (= resultado) es un sustantivo. Fracasar (=acción) es un verbo.
No los conviertas en un adjetivo calificativo de tu persona.
Puedes fracasar. Pero NO eres un fracasado.
2. El fracaso es un resultado
Si lo piensas bien, el fracaso no es nada más que un resultado, la consecuencia a una serie de decisiones, acciones y hábitos.
Lo sé, no es el resultado que esperabas. No te gusta. Incluso, te duele.
Pero es necesario tomar distancia y no permitir que tus sentimientos hagan el análisis de los resultados. En este sentido, los resultados son simplemente datos.
El peso en la báscula, tu marca en una carrera de 10km, la nota de un examen, el saldo de tu cuenta corriente a final de mes, el perímetro de tu cintura o cadera…
Son resultados datos.
En sí mismos no son ni buenos ni malos. No están ni bien ni mal. No hay una moralidad en los datos. Son los que son y, lo más importante, son los que deben ser. Por mucho que te escuezan.
3. El fracaso es como inversión
Bajo esa perspectiva, podríamos decir que el fracaso es una especie de inversión necesaria para el éxito posterior.
Si los resultados que obtienes no te gustan, no significa que hayas fracasado. ¡Y, menos aún, que seas un fracasado! Significa que tus decisiones, acciones o hábitos no te acercan lo suficiente hacia tu objetivo.
Utiliza esa información en tu favor para hacer los cambios necesarios, ajustar el rumbo y volver a intentarlo (pero esta vez mejor 😉).
Como hizo el ejecutivo de IBM tras la inversión de 10.000.000 US$ en su formación.
La próxima vez que sientas que has fracasado, respira hondo, ponte la bata y gafas de científico, analiza qué has hecho y cómo ha influido en el resultado que has obtenido.
Pregúntate ¿qué podría haber hecho de forma distinta, sabiendo lo que sé ahora?
Y, todavía más importante, ¿qué voy a hacer a partir de ahora con la nueva información de que dispongo?
Salut!
PD: ¡Te recuerdo que puedes dejarme tus comentarios o escribirme por e-mail para decirme qué te parece, qué te interesa, qué necesitas y cómo podría ayudarte… O simplemente para saludarme. Hazlo aquí. 👇
¡Por supuesto! Fracasar, o mejor dicho, no alcanzar nuestro propósito, por el momento; no es ser un fracasado. Esa palabra horrenda, "fracaso", como "culpa", como tantas otras... son básicamente manipulativas. No sirven para nada positivo.
Tus reflexiones de hoy, sí.
Gracias, Àlex ;-)