🧎🏽♂️ ¿Qué incomodidades quieres en tu vida?
Hacer elecciones en base a las cosas positivas que te aportan está bien. Aunque es mucho más interesante elegir en base a las incomodidades que estás dispuesto a aceptar e incluir en tu vida.
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Hola!
Hace unos días te decía que si tu trabajo te obliga a moverte y estar activo, deberías estar satisfecho y felicitarte por ello.
En el mejor de los casos, te habrás sentido identificado, estás de acuerdo conmigo y este punto de vista te ha hecho apreciar más tu trabajo.
O todo lo contrario.
Tal vez piensas que se me va la pinza y que, si pasara una semana entera cubriendo tu jornada laboral, dejaría de decir tonterías.
No sé… En ambos casos, seguramente tengas razón.
Y tienes razón porque todo, todo, todo en esta vida tiene unas ventajas y unos inconvenientes.
Todo.
Lo que disfrutas, implica alguna renuncia.
Aquello que deseas, requiere algún sacrificio.
Lo que te hace feliz, también te hace sufrir.
Esa es la paradoja de la felicidad: Lo que te hace sentir mal te hace sentir bien, y lo que te hace sentir bien te hace sentir mal.
Y, como ya sabrás, los humanos queremos disfrutar de todas las ventajas pero evitar todos los inconvenientes. Es natural. No cesamos en la búsqueda del hack definitivo, el secreto para gozar de una felicidad y bienestar absolutos, donde no exista un ápice de incomodidad o sacrificio. Donde todo sea… ¡oh!… perfecto.
No necesitas que te diga que la vida no es así.
Aunque, en mi opinión, eso es bueno.
Es bueno porque te obliga a elegir, a tomar decisiones, a responsabilizarte, a implicarte en el proceso, a pasar a la acción (idealmente) y, en cierto modo, a dibujar tu destino cuando eliges el camino que vas a seguir.
Ya ves, hoy vengo en plan reflexivo y trascendental.
Aún arriesgándome a ponerme un poco “intensito”, voy a pedirte una cosa.
Te propongo que te detengas un momento, olvides esa técnica de lectura rápida que has aprendido en tu último curso de productividad y hagas un ejercicio de reflexión sincera.
Pregúntate: ¿Qué quiero conseguir en la vida? ¿Qué me haría feliz?
Si sientes que esas preguntas son demasiado profundas para un martes por la tarde, puedes hacerte alguna menos trascendental, tipo ¿qué aspecto físico me gustaría tener? o ¿Qué nivel de condición física deseo alcanzar?
Piénsalo durante un momento. Si te apetece, anótalo en un papel.
Seguramente dirías algo así como unos ingresos que me permitan vivir tranquilo y darme algún capricho, una casa con piscina, una familia sana y feliz, sexo a diario, trabajar 30h en un trabajo que me guste y no tener que aguantar al gilip***as de mi jefe…
Bien.
Si has elegido la versión menos profunda, apuesto a que sería algo parecido a tener un cuerpo esbelto y atlético, con músculos firmes y tonificados y que me haga sentir sexy… O una condición física que me permita jugar un partido de fútbol con los otros padres del cole, corretear en el parque con mis hijos, no quedarme atrás en la excursión familiar o, ¿por qué no?, correr una maratón.
¿Me equivoco?
O sea, tus aspiraciones son prácticamente iguales a las mías y a las del resto de personas que nos rodean.
Precisamente ese es el motivo por el que este tipo de preguntas son poco interesantes: disuelven nuestras diferencias y peculiaridades individuales, nos igualan, nos convierten en individuos similares (del montón).
Si todos respondemos de una forma (más o menos) igual, si tus deseos son muy parecidos a los míos, a los del vecino del quinto o a los de aquella compañera de trabajo que no soportas… ¿qué es aquello que nos hace distintos y únicos? ¿Qué hace que algunos progresen en la vida? ¿Porqué algunas personas consiguen ponerse en forma, perder peso o mejorar su aspecto físico y otras no?
Está claro que la diferencia no está en sus deseos. Ni en los objetivos que se marcan. En absoluto.
Lo que nos hace distintos, la diferencia que hace que cada uno de nosotros se acerque o no a su “ideal” de vida (o de cuerpo) está en los inconvenientes que estamos dispuestos a aceptar en nuestras vidas.
Rodearte de cosas agradables no es ningún sacrificio.
Elegir unicornios de colores es fácil.
Hay una pregunta mucho más interesante y reveladora:
¿Qué sacrificios estás dispuesto a hacer en tu vida?
¿Qué molestias vas a tolerar?
¿Qué incomodidades quieres incluir en tu rutinas?
Cada día.
Semana tras semana.
Durante meses.
¡O años!
Esa es la PREGUNTA que necesitas responder.
Te lo he dicho antes, pero te lo repito por si andabas distraído: cualquier cosa en la vida tiene unas ventajas y unos inconvenientes.
T-O-D-O.
Lo que te hace sentir mal te hace sentir bien, y lo que te hace sentir bien te hace sentir mal.
Y tú, ¿qué eliges?
¿Los inconvenientes de dormir 30 minutos menos o el estrés de empezar el día corriendo y en ayunas para no llegar tarde al trabajo?
¿La incomodidad de decirle no a tu madre cuando insiste en servirte otra porción (más) de tus macarrones favoritos o las molestias de una digestión pesada, acentuada por los remordimientos de haberte saltado tu plan nutricional?
¿Levantarte un domingo de enero a las 7:30h, cuando todos duermen, y correr con frío o dormir un par de horas más para salir a correr con una temperatura más agradable, pero pasar menos tiempo con tu familia?
¿La molestia de tener que agudizar el oído y leer los subtítulos para seguir una serie de Netflix en versión original o los inconvenientes de seguir estancado en tu nivel de inglés?
¿Ese ligero pero constante dolor de espalda que padeces desde hace meses y que no te permite coger a tus hijos en brazos o los inconvenientes de invertir 15 minutos diarios en unos ejercicios de movilidad y fortalecimiento?
¿Aguantar que tus colegas te llamen “soso y aburrido” mientras tratan de convencerte para que tomes algún gin-tonic más o los inconvenientes de levantarte a las tantas, con una resaca del copón, y no poder disfrutar del domingo?
¿La molestia de dedicar una mañana del fin de semana a planificar, hacer la compra y preparar la comida de la semana o los inconvenientes de improvisar todas las cenas, terminar comiendo cualquier cosa y la frustración de terminar el año (¡otro!) con 2 o 3 kilos de más?
¿La incomodidad de ir al gimnasio y esforzarte un poco un par de días a la semana o los inconvenientes de no ser capaz de seguir al resto de la familia y amigos durante una excursión por la montaña?
¿Caminar 25 minutos entre rocas y arena para llegar a una cala desierta y bañarte el pelotas junto a tu señor o señora, o compartir baño con flamencos rosas, las conversaciones de la familia Martínez y los lloros del pequeño Kevin, mientras suena de fondo el “Despechá” de Rosalía?
Podría seguir con más ejemplos, pero creo que no lo necesitas.
Ya has captado la idea, ¿verdad?
Piénsalo.
Identifica tus metas.
Pero, sobre todo, elige [muy bien] qué molestias estás dispuesto a aceptar en tu vida.
Porque son estas molestias, inconvenientes, incomodidades o sacrificios los que determinarán dónde estarás de aquí unos años.
Salut!
PD1: Este newsletter está inspirado en algunas ideas de Mark Manson, extraídas de su libro “El sutil arte de que (casi todo) te importe una mi*erda” que, por cierto, te recomiendo.
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La vida en sí implica ineludiblemente muchas INCOMODIDADES (por decirlo de una forma suave) sin recompensa, así que es una opción interesante elegir incomodidades que SÍ implican gratificación, satisfacción y alegrías !!!