⌛️¿Te falta tiempo para cuidarte? Prueba esto.
La falta de tiempo es la principal excusa para no hacer ejercicio, comer sano, dormir más o tener unos hábitos y estilo de vida más saludables, ¿te resulta familiar?
Si acabas de llegar, ¡Bienvenido! Y si quieres formar parte de una comunidad que quiere mejorar sus hábitos y estilo de vida sin depender de la fuerza de voluntad:
No tengo tiempo
“No tengo tiempo para [escribe aquí lo que quieras]”.
Esta es la excusa justificación a la que acudimos con más frecuencia cuando no estamos haciendo aquello que deberíamos o queremos hacer.
Seguramente tú mismo la has utilizado alguna vez.
Yo lo he hecho.
Y es comprensible: la sociedad moderna nos empuja a estar siempre activos, a hacer más, producir más y conseguir más… A estar informados de todo lo que sucede en el mundo… A tener una vida social y familiar intensa… A cuidarnos y mantener un estilo de vida saludable… Y, por supuesto, a compartirlo todo en internet.
En resumen: tenemos más cosas por hacer que tiempo disponible.
“Entonces, Alex, ¿debo aceptar que no puedo hacer todo lo que deseo? ¿Debo resignarme a esa seguir con mi baja condición física y pobre estado de salud?”
No sé. Yo no puedo decirte cómo debes gestionar tu vida.
Aunque me gustaría compartir contigo una reflexión sobre el ahorro que tal vez puedas aplicar en la gestión del tiempo. TU TIEMPO.
“La mayoría de personas piensan que el ahorro es el dinero que les queda al final de mes y que pueden guardar. Pero, para nosotros, el ahorro es el dinero que apartas a principio de mes.”
Esta frase la escuché en un anuncio de la radio. Concretamente en un anuncio de una entidad financiera.
Mira que les tengo bastante manía a los bancos, sus prácticas, sus comisiones y sus anuncios transforma-vidas. Pero esa frase se me quedó grabada y me hizo reflexionar durante el desayuno.
Tu idea del ahorro, cómo lo entiendes y la definición que le das, moldean tus acciones.
Y tus acciones influyen en tu futuro. Tu situación financiera futura, para ser más precisos.
No hace falta que te diga que si esperas a final de mes para ahorrar algo de dinero lo más probable es que no te quede dinero para ahorrar. Por alguna cuestión esotérica que escapa a la razón, los gastos mensuales se expanden hasta ocupar el total del dinero disponible. Es la Ley de Parkinson aplicada a las finanzas personales.
Con el tiempo ocurre lo mismo.
“Iré al gimnasio por la tarde, después de trabajar”.
“Prepararé el tupper de mañana hoy por la noche”.
“Me escaparé a hacer la compra en algún hueco entre reuniones de Zoom”
Pero las tareas y obligaciones diarias se expanden hasta ocupar el 100% de tu tiempo disponible. Igual que los gastos a final de mes.
Dicho de otro modo: al final de la jornada tu tiempo disponible es igual a… cero.
Así que no vas al gimnasio, no preparas el tupper de mañana ni haces la compra.
Si quieres tener tiempo, ahorra tiempo.
Si entiendes el ahorro como aquél dinero que separas (y guardas) a principio de cada mes, nada más recibir la nómina, es probable que el saldo de tu cuenta corriente aumente cada año.
También puedes hacer una mejor gestión de tu dinero, definir prioridades, controlar los gastos, eliminar gastos superfluos… Si fuese tu asesor fiscal, sin duda te lo sugeriría.
Pero la reflexión de hoy no va de definir las prioridades y gestionar los recursos.
El mensaje es que si quieres dedicarte un tiempo para ti (p.e. para hacer ejercicio) tienes dos opciones:
Confiar en que al final de la jornada te quedará tiempo para hacer eso que deseas: “Bien, ya he terminado con todo lo que tenía que hacer hoy. Ahora me voy al gimnasio”.
GuardarAhorrar tiempo para ti, reservándote un espacio en tu agenda, anotándolo como cualquier otra cita o reunión importante (concreta la hora y duración)
Una es como tratar de ahorrar a final de mes.
La otra es como ahorrar a principios de mes.
Una ya sabes que no funciona.
La otra puede funcionarte, o no. Tendrás que probarlo.
Si te decides a probarlo, ten en cuenta estos tres puntos:
1. Respeta tu tiempo como respetas el resto de tus citas.
Sé proactivo, toma la iniciativa y reserva en tu agenda el tiempo que necesites para aquellas cosas que son importantes para ti.
Y, sobre todo, respeta esas citas como lo harías con cualquier cliente o proveedor. ¿Verdad que no vas anulando citas o retrasando tareas sobre la marcha, según avanza el día?
Si no improvisas en tu trabajo, ¿por qué lo haces en aquellos asuntos personales que son importantes para ti? ¿Acaso te mereces un trato peor del que das a tus clientes?
2. Acepta que siempre quedarán cosas por hacer
La bandeja de entrada nunca quedará totalmente vacía.
Por mucho que te lo repita la Marie Kondo del orden y la productividad laboral.
Es una utopía.
Y, aunque lo consiguieras en algún momento, tan pronto estés cogiendo el bolso para salir de la oficina recibirás alguna llamada, correo o whattsapp con una nueva tarea.
Ya te ocuparás mañana.
Ahora tienes otros asuntos más importantes que atender: TÚ.
Saber que siempre habrá cosas por hacer, aceptar que no puedes llegar a todo, identificar tus prioridades, poner límites y aprender a convivir con alguna tarea pendiente sin sentirte culpable son algunas de las habilidades que puedes (y debes) aprender.
Es por tu bien.
3. Cuando sea necesario, sé flexible
A veces la vida se nos complica y los planes se van al traste.
La palabra clave aquí es a veces. Es la excepción, no la norma.
Si esto ocurre y no tienes más remedio que anular la cita contigo mismo y solucionar algún tema urgente que requiere tu atención, no te frustres.
Pon límites, pero sé flexible cuando sea necesario.
Cuando sea necesario, sí.
Cada día, no.
Volvemos a hablar el viernes.
Salut!