🪤 Escapa de la trampa de la Fuerza de Voluntad
Cambiar algún aspecto de tu vida no es tarea fácil. Pero pensar que la clave para este cambio está en la fuerza de voluntad es un error que te lo pone todavía más difícil.
Te propusiste empezar a hacer ejercicio a partir del 1 de enero. Otro año más. Ya sabes, los famosos propósitos de Año Nuevo.
Y te apuntaste al gimnasio.
A estas alturas (mes de abril) es posible que ya tengas instaurado este hábito en tu rutina, que estés empezando a sentir y disfrutar de los beneficios del ejercicio y que los inconvenientes asociados (de los que te hablaba en el anterior boletín) ya no te resulten tan malos. ¡Enhorabuena!
Aunque también es posible que hayas abandonado.
De hecho, lo más probable es que hayas dejado de ir al gimnasio. Igual que han hecho más del 50% de las personas que, como tú, deseaban que este año, por fin, las cosas serían distintas y conseguirían engancharse al gym.
“Es que no tengo fuerza de voluntad” - dices.
Hace más de de cinco décadas, el psicólogo Walter Mischel llevó a cabo una serie de estudios muy interesantes (y simpáticos) sobre la capacidad de resistirse a una tentación frente a ti (en este caso una golosina) durante quince minutos a cambio de recibir una recompensa mayor (dos golosinas).
¿Los participantes del Marshmallow Study? Niños.
Resulta que aquellos niños que fueron capaces de aguantar y no comerse la golosina durante esos (interminables) 15 minutos obtuvieron mejores puntuaciones en los tests escolares que aquellos niños, digamos, más impulsivos.
Y también parece ser que al primer grupo de alumnos les fue mejor en la vida. Al menos durante las dos décadas de seguimiento posterior al estudio, en el que mostraron mejores expedientes académicos, puestos de trabajo, ingresos, etc.
Vamos, que tener esa capacidad de retrasar la recompensa o gratificación parece ser que tiene mucha importancia en la vida.
También en lo que consigues en ella.
Cuando necesitas una buena dosis de fuerza de voluntad es en aquellas situaciones en las que tienes frente a ti una tentación que te garantiza una satisfacción inmediata aunque te aleja de un beneficio mayor, aunque futuro.
Y por eso, yo te digo que la fuerza de voluntad es una m***da. No porque no resulte útil en algunos momentos de un proceso de cambio de hábitos, por ejemplo. No.
Si no porque no puedes confiar en ella. No siempre está ahí cuando la necesitas.
Pero eso no es lo peor de todo.
Lo peor es creerse que “no tienes fuerza de voluntad”.
Esa fue una de las interpretaciones erróneas del Marshmallow Study: algunos niños pueden retrasar esa gratificación porque la naturaleza les ha dotado con una mayor fuerza de voluntad, son más “fuertes” de carácter de forma innata.
Es decir, o tienes fuerza de voluntad o no la tienes. Punto final.
Pero esta interpretación tan simplista del estudio es errónea. Es errónea porque no tiene en cuenta otros aspectos importantes.
Y también es frustrante. Es frustrante porque si todo se reduce a la fuerza de voluntad, y si esta o se tiene o no se tiene, ¿qué alternativas te quedan para cambiar tus hábitos si no has sido uno de los afortunados en el sorteo de la fuerza de voluntad? Ninguna, ¿verdad?
Piensas que para ir al gimnasio o hacer ejercicio tan solo necesitas fuerza de voluntad, te esfuerzas hasta que abandonas agotado, te lamentas porque no tienes fuerza de voluntad, te convences de que el cambio se logra con fuerza de voluntad…
Mucha lucha, ningún progreso.
Has caído en la Trampa de la fuerza de voluntad.
No te desanimes… ¡hay esperanza!
Existe una mejor interpretación y aprendizaje de los estudios de Mishel.
Albert Bandura, otro gran psicólogo, se preguntó: “¿Y si lo que parecía ser fuerza de voluntad en realidad era habilidad?” ¿Y si los niños que se resistieron a la tentación de la golosina no es que estuvieran simplemente más motivados que los demás si no que eran más capaces de resistirse?
Si es así, entonces podemos enseñar o aprender a desarrollar esa habilidad para retrasar la recompensa y no esperar a que nos toque la lotería de la fuerza de voluntad (o a frustrarnos porque no hemos salido elegidos en el sorteo).
Esto es un cambio de paradigma.
Porque cualquier habilidad puede ser aprendida, desarrollada o mejorada.
Resistirse a las tentaciones no se reduce a una cuestión de motivación personal, determinación, disciplina o fuerza de voluntad.
Para cambiar de hábitos necesitas desarrollar nuevas habilidades que te permitan hacer las cosas de forma distinta a como las has estado haciendo hasta ahora.
Si lo has intentado sin éxito en el pasado (seguro que sí, como todos) no te culpes por tu “falta de motivación”, por ser “débil” o por no tener “fuerza de voluntad”. No te pongas etiquetas. Tú no eres así.
Puedes aprender estrategias que te ayuden a reducir o evitar situaciones tentadoras, a lidiar mejor con ese diálogo interno entre lo que se te antoja ahora y lo deseas en el futuro y/o a tomar mejores decisiones.
Olvídate de las luchas titánicas y de los sacrificios espartanos.
Eso está bien para las películas de Semana Santa, pero no para cambiar tus hábitos.
Escapa de ese círculo vicioso.
Seguiremos hablando sobre cómo hacerlo.
Salut
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Muy bueno como siempre amigo. Totalmente de acuerdo que ese mindset de que la fuerza de voluntad la tienes o no la tienes es inútil. Veo dos caminos para enfrentarlo, usar estrategias para mitigar nuestra dependencia de ella y el segundo es verla como algo antifragil. Cómo un músculo que se agota, pero luego se recupera cada vez más fuerte.
Por eso mi estrategia perfecta que combina las dos cosas es realizar los cambios de forma lenta y progresiva. No requiere tanta fuerza de voluntad al principio y cómo vas haciendo algo un poco difícil tu fuerza de voluntad se va fortaleciendo con el tiempo.
Article molt interessant, Alex. Lliga molt bé amb algunes coses que he escrit jo sobre com crear sistemes que no requereixin força de voluntat.
Hem de fer alguna cosa plegats!