👑 Hacer ejercicio: ¿privilegio o elección?
¿Haces ejercicio regularmente? Si es así, ¿crees que eres un privilegiado? Si la respuesta es no, ¿es una decisión o sientes tus circunstancias personales no te lo permiten?
Hola!
Hoy me gustaría hacerte una pregunta:
¿Crees que hacer ejercicio es un privilegio?
Hace algunos meses se generó en Twitter un fuerte debate a partir de un tweet que se hizo viral. Venían a afirmar que hacer ejercicio es un privilegio, argumentando que necesitas tiempo, energía y dinero para poder hacerlo y que no todo el mundo puede permitírselo.
Este es el tweet en cuestión:
Bien.
Confieso que nada más leerlo me chirrió un poco.
Entonces me puse a leer los comentarios que, como imaginaba, eran muy polarizados.
Ahí me encendí un poco más: unos mostraban cero empatía y comprensión por las circunstancias de algunas personas (ya sabes, “si quieres puedes”, “no busques excusas si eres vago…”, y cosas por el estilo) mientras que otros se vendían como sujetos pasivos o víctimas de su contexto personal, que determina totalmente su vida actual y su futuro. Vamos, que no pueden hacer nada con sus vidas.
Mal.
Tuve tentaciones de participar en el debate. Pero me contuve. Cuando parece que solamente hay dos bandos, que o estás conmigo o estás contra mí, cuando las personas están más por defender su razón que por atender al punto de vista ajeno y cuando tienes limitado tu espacio a 280 caracteres… es mejor alejarse.
Pero, al mismo tiempo, me sentí con la obligación responsabilidad de compartir mis reflexiones al respecto, ya que creo que uno de los mensajes que puede llegar a la población es, en cierta manera, peligroso.
Entonces pensé: ¿puede ser que los comentarios provengan de personas con situaciones muy extremas? ¿qué opinarían personas de mi entorno? ¿qué pensarías tú?
Y como la forma más directa de saber es preguntando, hice una encuesta en Twitter.
¿Resultados? De 307 votos, el 43% piensa que hacer ejercicio es un privilegio y el 57% opina que es una elección.
Parece ser que sí, que estamos muy divididos en lo que se refiere a esta cuestión.
Bien.
Empezaré por darte mi opinión: hacer ejercicio NO es un privilegio, es una elección.
Ahora, si te interesa y quieres seguir leyendo, te doy mis argumentos.
⚠️ Disclaimer: Como ya sabemos cómo funciona esto de las opiniones en internet, voy a definir el marco de debate. De este modo evitamos que salten los “ofendiditos”, los del “esqueyo” o los de “yoconozcouncasoque”.
Para poder mantener un debate en términos de generalidad, debemos analizar eso, los casos generales y no los casos extremos.
Lo que ocurre al 95% de la población, sí.
La situación de ese 5% excepcional, no.
¿Estamos de acuerdo?
En los últimos 30 años diría que me he relacionado con varios miles de personas en diferentes contextos y con distintos grados de inter actuación. He conocido a personas que podríamos situar en ambos polos: algunas con tiempo libre y dinero que eran sedentarias y otras con situaciones muy poco favorables que hacían ejercicio regularmente.
Pero a ninguna de ellas la catalogaría como caso extremo.
Y no estoy diciendo que no los haya, que los hay.
Lo que quiero decir es que los casos extremos, son eso: situaciones o casos excepcionales. No son lo que te encuentras generalmente en tu entorno. Centrar el debate sobre esas excepciones es absurdo y no nos lleva a ningún lado.
Bien, aclarado este punto, vamos al tema.
En primer lugar, no podemos ser insensibles a las circunstancias y contextos de las personas. Lo que sucede a tu alrededor influye. E influye mucho.
Por eso una de las mejores estrategias para cambiar algún aspecto de tu vida es modificar tu entorno. Lo que te rodea puede “invitarte” a realizar determinadas acciones o puede “obstaculizarte” para otras.
Es cierto que las circunstancias personales y el entorno no siempre se pueden cambiar. Y, en el caso que sea posible, muchas veces requiere tiempo (además de ayuda y/o saber cómo hacerlo).
Reducir la decisión de hacer ejercicio, comer mejor o perder peso solamente a la voluntad del individuo es no tener ni idea de la psicología humana. Además de ser insensible y mostrar cero empatía.
Sí, existen circunstancias y situaciones personales muy complicadas. Situaciones en las que, apostaría que ni tú ni yo nos encontramos en este momento (afortunadamente).
“Entonces, Alex, estás diciendo que hacer ejercicio es un privilegio, ¿no?”
No.
No confundamos privilegio con ser afortunado o con tener unas circunstancias favorables.
Y no es mi intención entrar en un debate semántico o filosófico sobre el privilegio, pero para mi un privilegio es que tú y yo hayamos nacido en determinados países, sociedades, contextos culturales o familiares.
Privilegio es abrir un grifo y que salga agua. Cada día.
Privilegio es darle a un botón y que se encienda la luz.
Privilegio es no ir a la cárcel por ser del Gobierno o de la Casa Real.
Supongo que ya ves por dónde voy…
Un contexto o circunstancias favorables incluye tener dinero, tiempo, un soporte y apoyo social, una estabilidad laboral y familiar, sentirte protegido y seguro en tu casa, tu barrio y tu ciudad, tener cubiertas tus necesidades básicas, no sentirte marginado ni discriminado…
Todo lo anterior influye (mucho) en las probalidades de que una persona haga ejercicio, padezca sobrepeso u obesidad, sufra una depresión, desarrolle alguna enfermedad e, incluso, que muera prematuramente.
¿Las buenas noticias?
Las circunstancias condicionan, pero no determinan lo que haces.
Y ese es el matiz importante.
Algunas personas pueden enfrentarse a más obstáculos para seguir un programa de ejercicio, mientras que otras pueden tenerlo más fácil.
“Conozco una madre separada con bajos ingresos, tres trabajos, cuatro hijos y una persona mayor a su cargo, que emplea 3 horas diarias en desplazamiento, ¡dile que busque tiempo para hacer ejercicio!”.
¿Crees que esta persona lo tiene fácil para seguir un programa de ejercicio? ¡Por supuesto que no! Pero este es un caso extremo (de los que te dije antes que obviaríamos para este debate).
Además, seguramente la mayor preocupación y prioridad de esta madre no sea la de hacer ejercicio…
“Pues yo sé de un chaval de familia humilde que con 19 años, estudiaba en la universidad y tenías dos trabajos con los que mantenía a sus padres y hermano pequeño y se preparó para correr el maratón de su ciudad”.
¡Bravo por él! Pero también es un caso extremo.
Así que, regresemos a nuestra realidad corriente y moliente.
Y la realidad es que prácticamente en cualquier situación y circunstancia, hay un margen de elección.
Podría ser grande. O podría ser muy pequeño.
Pero puedes elegir.
Es posible que no puedas elegir en todo. Pero siempre puedes elegir en algo.
Por ejemplo, puedes quejarte (en Twitter) de tu falta de tiempo para hacer ejercicio o puedes eliminar tu cuenta de esa red social.
Tal vez tus elecciones no transformarán drásticamente tu vida.
Pero tus elecciones pueden mejorar tu vida.
O no.
Depende de lo que elijas.
Hacer ejercicio es una elección. Igual que lo es no hacer ejercicio. Y, en ambos casos, independientemente de las circunstancias que te rodeen.
“Ya, pero es que yo…”
Sé qué me vas a decir. Y no, lamento decirte que lo más probable es que no seas uno de esos casos extremos.
No, no eres tan especial. Lo siento.
Puedo sonar duro. Lo sé.
Y espero que compendras y discupes mi franqueza.
Pero somos adultos y hemos de pensar y actuar como adultos: analizando con honestidad cada situación, aceptando nuestra responsabilidad y tomando acción para cambiar aquello que está en nuestra mano y que depende de nosotros.
No puedo darte soluciones concretas para tu caso particular, pero sé que todos tenemos en nuestras vidas ladrones de tiempo, de energía y de dinero. Y si los detectamos, podemos tomar mejores elecciones que nos acerquen al estado de salud, de forma física, de imagen corporal o de salud finaciera al que aspiramos.
No tiene porqué ser algo drástico que transforme tu vida.
Tu vida mejorará por las pequeñas elecciones que haces a diario y que se concretan en pequeñas acciones que repites en el tiempo.
Pesa más el tiempo que la magnitud de las acciones.
Igual que ocurre, en las finanzas, con el interés compuesto.
Para terminar, te diré lo que más me alertó de ese debate: el mensaje de que las circunstancias controlan y determinan tu vida, que eres víctima de tu entorno y que no hay nada que puedas hacer.
No estoy de acuerdo.
En absoluto.
Además, creo que es un mensaje peligroso.
Me parece peligroso porque fomenta la mentalidad fija, donde las personas se (o las) etiquetan con características o cualidades que no pueden cambiar, donde el contexto tiene la culpa de lo que les sucede, donde no importa cuánto se esfuercen porque no van a conseguir nada, donde se vuelven más frágiles, se sienten víctimas y se excusan con su “situación” para no tomar acción…
No hay futuro…
Mal.
Al contrario, tengo (tenemos) la responsabilidad de fomentar la mentalidad de crecimiento, donde nadie es “de una determinada manera”, donde cualquier persona puede crecer, aprender nuevas habilidades, mejorar y progresar, donde el trabajo es más importante que el talento o las cualidades innatas, donde podemos decidir e influir en nuestro futuro, donde lo que haces cuenta….
Eso sí, requiere dejar de victimizarse y empezar a ser responsable.
Implica aceptar algunas incomodidades y tomar acción.
Pero tiene una gran recompensa: sentir que, de alguna manera, tienes el timón de tu vida. Y, aunque avances lentamente, aunque el viento no sea favorable, aunque el mar esté agitado, al menos avanzas hacia el destino que has elegido tú.
Ahora te toca a ti.
¿Sigues culpabilizántote o te vas a responsabilizar?
¿Eliges quejarte o eliges pasar a la acción?
Piénsalo bien.
Lo que elijas hoy empieza a determinar en quién te convertirás mañana.
Salut!
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Por cierto, relacionado con el tema anterior, tal vez te interese leer este post que escribí hace unas semanas…
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